Andrea y Santiago se conocieron una tarde de otoño en una cafetería de la ciudad. No fue casualidad, pero tampoco del todo planeado. Ella iba con prisa, él con un libro bajo el brazo y una sonrisa tímida. Una conversación breve bastó para que el destino hiciera lo suyo.

Desde entonces, han compartido risas, viajes improvisados, desayunos eternos y sueños que crecieron juntos. Él admira su fuerza y dulzura. Ella, su calma y forma de mirar la vida.

Han aprendido a caminar juntos, paso a paso, entre libros, atardeceres y música. Después de siete años de amor, complicidad y aventuras, decidieron dar el siguiente gran paso: unir sus vidas para siempre.

Este día no solo celebra una boda. Celebra el amor que creció con paciencia, el que no se rinde y el que siempre, siempre, encuentra el camino de regreso a casa.